Conquista romana

 

Es de creer que las emigraciones de los héllenes a los pueblo bárbaros tuvieron por causa su división en pequeños Estados y su orgullo local, que no les permitía unirse en un lazo común, les privaba de fuerza para repeler las agresiones venidas de fuera. Ese mismo orgullo alcanzaba entre los Íberes grados mucho más altos, a los que se unía un carácter versátil y complejo. Llevaban una vida de continúas alarmas y asaltos, arriesgándose en golpes de mano, pero no en grandes empresas, y ello por carecer de impulso para aumentar sus fuerzas uniéndose en una confederación potente; así, pues, si hubieran logrado juntar sus armas, no hubieran llegado a dominar la mayor parte de sus tierras ni los karchedónioi, ni antes los tyroi, ni los keltoí, los mismos que ahora se llaman keltíberes y bérones, ni el bandolero Ouríathos, ni Setorios tras él, ni ciertos otros celosos de ensanchar su poder: Luego vinieron a combatir a los keltíberes los rhomaíoi, venciendo una a una a todas las tribus, y aunque tardaron en ello mucho tiempo, acabaron, al cabo de unos doscientos o más años, por poner al país enteramente bajo sus pies.

 

Libro III de la Geografía de Estrabón

Traducción de Antonio  García y Bellido en “España y los españoles hace dos mil años”.Edit. Espasa Calpe S. A. Colecc. Austral. 6ª edición 18/2/1978. Pags. 132-134

 

Descripción de la costa ibérica (valenciana)

 

Tras Ábdera está Karchedón  Néa, fundación de Asdroúbas, Sucesor de Bárka, padre de Anníbas, la más importante de todas las ciudades de esta zona. Tiene una situación fuerte, unas murallas bien construidas y está enriquecida por puertos, una laguna y por las minas de plata, de  las que ya hemos hablado. En ella y en sus cercanías abundan los talleres de salazón; es el principal emporio para las mercancías que, llegando del interior, han de ser cambiadas por las que vienen del mar, y éstas son las que proceden de tierra adentro. Entre ella y la desembocadura del Íber, y a mitad de distancia, se halla el río Soúkron, su desembocadura y la ciudad del mismo nombre; procede de la cordillera que domina Malaka y la región de Karchedón; es vadeable y corre paralelo al Íber, pero algo más alejado de Karchedón que del Íber. Entre el Soúkron y Karchedón, no muy lejos del río, hay tres fundaciones (Acra Leuke) de los massaliótai; de ellas la más conocida es Hemeroskopeíon, que tiene sobre el promontorio un santuario dedicado a Ártemis Ephesía, muy venerado; Sertórios estableció allí su base marítima. Es un lugar bien defendido y apto para nido de piratas; de lejos es visible para los que se acercan navegando. Después está Diánion; en sus cercanías hay buenas minas de hierro y dos islas, la de Planesía y la Ploumbaría. Más arriba hay una laguna de cuatrocientos estadios de perímetro. Arribando a Karchedón se ve al punto la isla de Heraklés, a la que también llaman Skombraría, de los escombros, que sirve para obtener el mejor “gáros”; se halla de Karchedón a veinticuatro estadios. . Más atrás, al otro  lado del soúkron, yendo hacia las bocas del Íber, hállase Sagoúnton, fundación de los zakynthioi, que Anníbas, violando los tratados que había acordado con los romaíoi, destruyó, lo que dio origen a la segunda guerra contra los karchedónioi. Luego, en el paso del Íber, la colonia Dertóssa. El Íber, que tiene sus fuentes en el país de los kántabroi, fluye hacia el mediodía por una gran llanura, corriendo su cauce paralelamente a los montes Pyreníoi.

 

Libro III de la Geografía de Estrabón

Traducción de Antonio  García y Bellido en “España y los españoles hace dos mil años”.Edit. Espasa Calpe S. A. Colecc. Austral. 6ª edición 18/2/1978. Págs. 134-136

 

Costumbres iberas del norte

 

Todos estos habitantes de la montaña son sobrios: no beben sino agua, duermen en el suelo, y llevan cabellos largos al modo femenino, aunque para combatir se ciñen a la frente una banda. Comen principalmente carne de cabrón; a Ares sacrifican cabrones, y también cautivos y caballos; suelen hacer hecatombes de cada especie de víctima, al uso griego, y por decirlo al modo de Píndaros, “inmolan todo un centenar”. Practican luchas gýmnicas, hoplíticas e hípicas, ejercitándose para el pugilato, la carrera, las escaramuzas y las batallas campales. En las tres cuartas partes del año los montañeses no se nutren sino de bellotas, que, secas y trituradas, se muelen para hacer pan, el cual puede guardarse por mucho tiempo. Bebe “zýtos”, y el vino, que escasea, cuando lo obtienen se consume enseguida en los grandes festines familiares. En lugar de aceite usan manteca. Comen sentados sobre bancos construidos alrededor de las paredes, alineándose en ellos según sus edades y dignidades; los alimentos se hacen circular de mano en mano; mientras beben, danzan los hombres al son de flautas y trompetas, saltando en alto y cayendo en genuflexión. En Bastetanía las mujeres bailan también mezcladas con los hombres, unidos unos a otros por las manos. Los hombres van vestidos de negro, llevando la mayoría de ellos el “ságos”, con el cual duermen en sus lechos de paja. Usan de vasos labrados en madera, como los keltoí. Las mujeres llevan vestidos con adornos florales.  En el interior, en lugar de moneda practican el intercambio de especies o dan pequeñas láminas de plata recortada. A los criminales se les despeña y a los parricidas se les lapida, sacándolos fuera de los límites de su patria o ciudad. Así viven estos montañeses, que, como dije, son los que habitan en el lado septentrional de Ibería; es decir, los kallakoí, ástoures y kantabroi, hasta los ouáskones y el Pyréne. Podía hacer la lista de estos pueblos más larga; pero renuncio a una descripción aburrida, pues a nadie le agradaría oír hablar de los pleútauroi, bardyétai, allotigres, y otros nombres menos bellos y más ignorados.

 

Libro III de la Geografía de Estrabón

Traducción de Antonio  García y Bellido en “España y los españoles hace dos mil años”.Edit. Espasa Calpe S. A. Colección  Austral. 6ª edición 18/2/1978. Págs. 120/122.

 

Costumbre matriarcal

 

Se cuenta, por ejemplo, que en las guerras de los kántabroi, las madres mataron a sus hijos antes de permitir que cayesen en manos del enemigo. Un muchacho cuyos padres y hermanos habían sido hechos prisioneros y estaban atados, mató a todos por orden de su padre con un hierro del que se había apoderado. Una mujer mató a sus compañeras de prisión. Un prisionero que estaba entre guardias embriagados, precipitóse a la hoguera.

Todos estos rasgos se cuentan también de los pueblos keltikoí, thrákioi y skýthai; como es cosa común entre ellos, la valentía, no sólo en los hombres, sino también en las mujeres. Éstas cultivan la tierra; apenas han dado a luz, ceden el lecho a sus maridos y los cuidan. Con frecuencia paren en plena labor, y lavan al recién nacido inclinándose sobre la corriente de un arroyo, envolviéndole luego. Dice Poseidónios que en la nación ligura oyó referir a un cierto Charmóleos, ciudadano massalliota, huésped suyo, que habiendo tomado para cavar un campo a hombres y mujeres a jornal, una de éstas, que había sentido los anuncios del parto, por no perder el salario, se apartó cerca del lugar que trabajaba, dio a luz y se volvió al punto a su tarea, Charmóleos se dio cuenta de que trabajaba con dificultad; pero no sospechaba la causa, hasta que lo supo luego de la jornada, y entonces la pagó y despidió. Ella llevó al niño a la fuente, lo lavó,  lo envolvió en lo que tenía y lo llevó a su caso salvo.

 

Libro III de la Geografía de Estrabón

Traducción de Antonio  García y Bellido en “España y los españoles hace dos mil años”.Edit. Espasa Calpe S. A. Colecc. Austral. 6ª edición 18/2/1978. Págs. 158/160